Hace algún tiempo hablábamos con Caterine respecto de la participación y organización ciudadana. Me acuerdo que estábamos en Blogpower y nos llamó la atención el que se creyera que, ahora que xiste internet, las personas participan.
Las personas siempre nos hemos organizado. Con o sin internet. La información ha circulado, las alianzas se han articulado y las comunidades han alegado su derecho a ser parte del debate público o han creado espacios alternativos de discusión.
Hoy la participación y la relación con el Estado es vista más allá del derecho a voto y el delegar en otros las decisiones. Al parecer es cada vez más clara la idea de un ciudadano que tiene opnión, que puede constituirse como un interlocutor que delibera acerca de lo que le afecta en lo particular, en su convivencia en comunidad y en su relación con otros. Emergen grupos ciudadanos que reaccionan frente a la norma impuesta por el Estado y son capaces de criticar y proponer (porque si sólo se critica y no se propone, cualquiera es “ciudadano”. No creo en la cultura de la queja porque si).
La escasa convocatoria que logra el Estado nos hace repensar al Estado como concepto, pues la mayoría de las antiguas reivindicaciones que se le pedían ya no coinciden con exigencias actuales.
Además, el derecho a proponer y ser parte de las decisiones se entiende como eso. Como un derecho. Derecho que por cierto, debemos hacer valer frente al Estado. En paralelo, la idea de gobierno ciudadano de Bachelet hizo temer por ciertos empoderamientos un tanto ruidosos (recordemos el caso de los pingüinos en mayo del 2006).
Frente a esta necesidad de empoderamiento el Estado como tal deja de ser la institución que satisface las demandas de la sociedad para ser visto como interlocutor en dicha resolución.
A mi parecer, el ideal sería que los diferentes territorios (regiones en general, y ciudades en particular) sean capaces de resolver sus necesidades de vivienda, educación y trabajo, obligando al Estado a dejar de ser el principal proveedor y satisfactor de las necesidades de las comunidades, para comenzar a desempeñar un rol más bien articulador entre los territorios.
El Estado debe descentralizarse, apostando a ceder poder a las comunidades, mientras las comunidades deben generar espacios y estrategias para poder apropiarse de ese poder. Lograr participar en lo público es una demanda que ha obligado a cambiar ciertas lógicas de acción, especialmente al Estado, facilitándose la democratización de esos espacios.
Esto favorece la emergencia de un nuevo modelo de Estado, más coherente con la idea de sociedad red. “Así surge un nuevo tipo de Estado (…) que denomino Estado Red y se caracteriza por compartir la autoridad (o sea la capacidad institucional de imponer una decisión) a lo largo de una red de instituciones” (Castells, 1998).
Según Castells, este nuevo tipo de Estado es más pertinente para hacer frente a la complejidad de la relación entre lo global, lo nacional y lo local, así como entre la economía,la sociedad y la política.
Además, se aprovechan las actuales condiciones de conectividad, comunicación e información para la articulación de una red de instituciones y organizaciones, que no sería posible sin la interacción informática.
“El Estado Red es el Estado de la era de la información, la forma política que permite la gestión cotidiana de la tensión entre lo local y lo global”. (Castells, 1998).
Recomendados:
Las citas son del artículo de Manuel Castells, ¿Hacia el Estado Red? Globalización económica e instituciones políticas en la era de la información”. Ponencia presentada en el Seminario sobre “Sociedad y Reforma del Estado”, organizado por el Ministerio de Administraçao Federal e Reforma Do Estado, Republica Federativa do Brasil. Sao Paulo, 26-28 marzo 1998. Descárgalo acá