Casorio

Anoche soñé que me casaba. Si. Así, tal cual. Yo me casaba.

Era todo muy raro porque casi lo decidía de un día para otro y nunca lograba ver al novio.

Sólo estaba mi mamá y yo. Habíamos comprado un vestido de novia en una multitienda de colores pasteles que luego se perdía en el closet de una habitación color crema – bien de probador de vestidos de novia, o no?. Empezaba a revisar tooooodo el closet y no lograba encontrar el vestido. Cuando mi vieja, con su paciencia de santa se daba cuenta de mi angustia, me indicaba precisa cuál era el colgador donde mi vestido estaba.

Era un vestido raro, lleno de corsetería, broches, botones, apretado. Trataba de vestirme y era un sin fin de abrochar, amarrar, abrochar, amarrar.

Llegaba mi papá y me decía que era una mala decisión, que no podía ser así de rápido todo, que mejor lo olvidáramos y nos fuéramos de ahí… además a nadie se le ocurre casarse a las 2 de la tarde de un jueves. De eso me acuerdo perfecto.

Yo insistía en que no había nada más que hacer, que la decisión ya se había tomado.

Seguía tratando de meterme dentro del vestido y mientras me miraba al espejo, toda la apretujada vestimenta hacía que mi cabeza se empezara a ¿inflar? producto de la presión. Estaba con mi pelo tomado hacia atrás, peinada como nunca en la historia y mi cabeza crecía y yo sentía que con cada broche corría más riesgo de descabezarme producto de la explosión.

Desperté después de eso. Agradecí que ya no fuese jueves, que estuviera en mi cama, igual de soltera pecadora que antes, me acomodé, lo abracé y seguí durmiendo.

Me acordé del sueño cuando volvíamos del supermercado, sólo porque al lado de nosotros pasó un camión de gas licuado (WTF?).

Sé que hay muchas lecturas y no quiero darle muchas vueltas al tema. Vaya a saber una que cruce inconsciente hizo mi cerebro que llegó a tal pesadilla.

O será una señal? Valor!